El Primer Día del Mañana

El primer “Día del Mañana” me llegó cuando acompañé a mi padre a Madrid para una revisión médica. Quería estudiar medicina y hacer la especialidad de otorrino, dadas las frecuentísimas otitis que había sufrido y las dos trepanacines a las que tuvo que ser sometida mi madre. Había aprobado el Examen de Estado y aproveché aquel viaje para que otro primo Pepe (en todas las familias de los 8 hijos/hijas de mi abuelo había un José) me mostrara la facultad de Medicina. No sólo accedió, sino que mejoró la oferta anunciándome que iríamos a ver una operación al hospital universitario, detrás de la Facultad (en lo que ahora es el Museo Reina Sofía). Estaba tan contento que me sentía flotar. Situados en las alturas de un falso techo, desde donde los alumnos presenciaban las ejecuciones, nos acompañaron tres de ellos y dos hijas del que iba a ser operado. Mirábamos el quirófano por las claraboyas habilitadas para ello y vimos cómo el interfecto intentaba soltarse para impedir (digo yo) que el ayudante del cirujano le aplicara una especie de colador sobre la cara en el que derramaba el cloroformo. Pensé, aquí aplican la anestesia como los secuestradores en el cine. Me había informado mi primo que era una operación de estómago; no me extrañó el afeitado corporal del paciente pero sí que lo pintaran de yodo hasta el cuello. Llegado el momento cumbre, escoltado por dos ayudantes y tres alumnos en prácticas, todos con batas, gorros y embozos blancos, el cirujano se aproximó esgrimiendo el arma homicida y se dispuso a iniciar su arte cisoria. Cuando desperté estaba acostado sobre bancos ad oc que allí había; mi primo me había quitado la corbata y abierto la camisa y con una de las hijas del operado intentaban elevarme un poco mientras la otra hija me abanicaba. Y aquí empezó mi segundo “día de mañana”.

En mi Segundo Día de Mañana – Soy de Abarán     Volver a Biografía